¿Cómo salir de la crisis si uno se dedica a los bienes de consumo?

Jesús de la Corte. Artículo para la revista 38 de Landaluz, diciembre 2008.
En los tiempos en los que estamos la pregunta que da titulo a este artículo, aunque parezca sin valor en su diferenciación, está presente en muchas de las empresas del sector. Y es que esta crisis - probablemente como todas - puede que no encuentre ahí su nacimiento, pero si se agudiza especialmente por la caída de consumo.
La falta de confianza de los ciudadanos - actualmente hemos alcanzado en España el índice más bajo jamás conocido de este valor - hace que el consumo se retraiga y se ponga en marcha, como una escalera de fichas de dominó, la cadena de "desastres" que termina afectando a todos los niveles de la economía.
Desde el consumidor final hacia atrás, como si fuera un banco de salmones en permanente ascensión, de proveedor en proveedor se van restringiendo los pedidos, congelando las ventas y cayendo los ingresos, mientras los gastos permanecen, casi inmutables, mensualidad tras mensualidad... y tod debido a la caída del consumo.
Para las empresas que se dedican a bienes de consumo la reflexión sería casi directa: "... si no estoy en primera línea de fuego poco me falta, por lo que seré de los primeros afectados".
La primera reacción que puede provocar tal análisis es la de declarar el "estado de excepción" en la empresa, lo que se manifiesta en una severa política de control de costes, de reducción de plantillas, una plítica de austeridad y una clara ley de mínimos en todo lo concerniente a aquello que suene a "gasto".
Sin embargo, la verdadera fórmula para salir de la crisis no es precisamente esa. Bien es cierto que las políticas antes enumeradas son esenciales en la gestión empresarial, cobrando más valor en los momentos de crisis... pero es que han de estar presentes en todo momento, y no flexibilizarlas porque los resultados sean tan positivos que importen menos realmente.
En este ejericicio "desbocado" de reducción puede existir una pérdida importante, valiosa, que posteriormente puede pasar factura una vez se invierta la tendencia y se vuelva a genera riqueza y a estimular el consumo, especialmente si el valor es reducir por sí mismo sin aplicar otro parámetro.
Una de las pérdidas es la que sufren las emprsas en factor hunano. Tratándose del coste mayor casi de cualquier empresa, todo lo que sea disminuir el impacto de los costes sociales (salarios, seguros sociales, pagos en especie, ...) es bien recibido, sin valorar aspectos como la fuga de Conocimiento y de Potencial.
Lo mismo sucede con ciertos servicios como pueden ser los de Consultoría. Asociados en su totalidad a "lujos" en ocasiones innecesarios que se contratan por "comodidad", las empresas se desprenden de asesores y consejeros que en los momentos de crisis pueden aportar su máximo valor, evitando los modelos de ensayo-error en la toma de decisión y exportando nuevas soluciones de anteriores experiencias exitosas.
Y como decimos anteriormente, el que existieran personas trabajadoras o servicios de consultoría improductivas antes de la crisis no quedan injustificadas por la aparición de ésta, antes bien quedan más significadas... pero es que antes ya eran innecesarias. Sin embargo, esta realidad no convierte al servicio en sí mismo - sea de personal interno, sea de buena consultoría externa - en algo denostado por innecesario o superfluo.
Más que una reducción drástica de cualquier "gasto", para las empresas que operan con bienes de consumo (y obviando las soluciones genéricas a todo tipo de empresas), el abanico de posibilidades es diverso, aunque tratándose de ese tipo de productos, cobra especial valor el acercamiento del productor al consumidor final.
Trabajar sobre acciones de marketing más directo y reforzar la imagen atractiva de la empresa para captar al ciudadano que ha de seguir consumiendo toma especial protagonismo. La consecución, por ejemplo, de cuota de mercado en el canal HORECA de manera directa, puede representar una fuente de ingresos ciertamente valiosa en estos momentos y un posicionamiento realmente estratégico.
Como esta, otras acciones que la realidad actual exige tomar - entre las que pueden estar perfectamente las basadas en la restricción o el principio de prudencia como las que hemos descrito anteriormente -. Pero quedarse tan solo con estas puede ser una manera reduccionista de ver la realidad, dando la sensación de asumir que tras la crisis no va a volver a existir la vida.
Por tanto, re-direccionemos los esfuerzos de la Organización (a nivel interno o externo), fomentemos el ejercicio imaginativo de reinventar o cuestionar lo que se tiene y optimicemos todos los recursos, no solo como modelo para salir de la crisis sino para hacerlo de manera reforzada afrontando competitivamente el futuro.

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